El autoabastecimiento energético se refiere a la cobertura de las propias necesidades mediante recursos obtenidos directamente por y para el autoconsumidor (prosumidor) de los mismos.
De tal forma, intervienen dos diferentes variables que han de complementarse para sumar cero:
La naturaleza prové de potenciales orígenes energéticos, inagotables y cuya transformación resulta en principio inocua:
En este capítulo de la guía nos centraremos en esta última mencionada, con origen solar, que también resulta probablemente ser la de mayor asequibilidad.
Se obtiene la electricidad de forma directa de la radiación solar. Esto es, no específicamente del Sol, sino de la luz solar.
Las células solares generalmente son de silicio dopado, conformando un semiconductor que expuesto a radiación desprende fotones para desplazar electrones y generar un flujo, o corriente eléctrica.
Su rendimiento para aprovechamiento de la radiación emitida oscila desde el 6% para las basadas en silicio amorfo hasta el 46% para las multiunión. El rendimiento medio de las más utilizadas comercialmente -monocristalinas o policristalinas- está entre el 16 y el 22% de rendimiento.
Transforman la corriente contínua obtenida en los módulos en corriente alterna utilizables por los electrodomésticos y máquinas de uso en las redes eléctricas convencionales.
Acumulan la energía excedentaria para su aplicación total o parcial en ausencia del recurso solar.
Las baterías para uso solar se configuran para soportar descargas profundas de gran duración, difiriendo en su configuración con respecto de las utilizadas para arrancar un coche, diseñada para llevar a cabo un pico de descarga de pocos segundos.
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