Desenterrar el hacha de guerra en las renovables

Inseguridad jurídica, daño doloso y continuado... agravio comparativo entre inversores nacionales desposeidos y extranjeros compensados gracias a la justicia internacional: retroactivando los ánimos.

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La injusticia que arrastra a 65.000 familias desde hace 13 años y lastra la marca de país, ahora que ya hay unas nuevas Cortes constituídas agota la paciencia de las víctimas que se disponen para exigir la reparación del daño y la determinación de los culpables en los "errores regulatorios" depurando responsabilidades.

El grave hecho de que un Estado, bajo los diferentes y sucesivos partidos de gobierno cambien sus propias normas aprobadas a dos años escasos de haberlas aprobado ¡  y con carácter retroactivo ! es un hecho baremado en la zona roja de riesgos regulatorios y de inversión.

El daño reputacional que desde entonces arrastra la marca España es simple de explicar:

  1. un país ofrece condiciones ventajosas para atraer inversión,
  2. una vez los inversores han comprometido sus medios, este país les cambia las condiciones para sus planes con efectos que se extienden desde anteayer hasta 25 o más años vista.

Culpables por acción u omisión, por animar o desanimar... por contribuir, tanto a que se produjera el expolio, como a que permanezca sin resolver.

El lawfare del oligopolio y sus deudores políticos que tan efectivamente usaron el hacha en las renovables de casa, queda en evidencia en el plano internacional, sea por su torpeza a la hora de calcular, sea por su maldad a la hora de legislar o por ambos defectos a la vez, bien cercenando con afilada premeditación, bien a golpe de hoja mellada.

Pero la tozuda realidad se desvela: España vuelve a incumplir, esta vez impagando los laudos dictados por árbitros de la Corte Internacional -estamento del que forma parte voluntariamente el país desde 1.994-, recurriendo, entorpeciendo con abogad@s del Estado... a la vez que incrementando costes por demora y comprometiendo bienes del patrimonio nacional sobre los cuales los acreedores ya vienen solicitando traba ante los juzgados internacionales: Londres, Columbia, Australia...

Más pronto que tarde el país va a acabar pagando las milmillonarias cantidades que corresponden a los inversores extranjeros. Lo va a hacer evitando publicidad, con sigilo para silenciar el escarnio hacia los inversores paisanos; pero la bola creada del incumplimiento inicial sigue engordando a base de morosidad y los ecos de la afrenta resuenan en todo el planeta como tambores que desde Madrid parecen lejanos.
 
En El País ya se habla de hacha, guerra y renovables

Petición de Comisión de Investigación Parlamento por fraude institucional a inversores en fotovoltaica