Eléctricas y grandes empresas neorrenovables reivindican autopistas eléctricas.

Referentes del viejo modelo energético se atribuyen representatividad de más del 90% del sector renovable andaluz y presionan para involucionar la transición energética.

  • ★★★★☆ 4,93 / 5

En asamblea general anual  de la Asociación de Energías Renovables de Andalucía Claner celebrada en el presente mes de abril, el lobby demanda públicamente la dotación de nuevas infraestructuras con líneas de alta potencia eléctrica que los representantes de las multinacionales asociadas estiman necesarias para vehicular la energía, indicando que otra decisión no conforme con su dictado llevará consigo fugas de inversión, generación de empleo y DE riqueza para Andalucía.

Asímismo, subrayan los representantes del selecto club que "actualmente existe un alentador escenario de activación del sector, con un Plan Nacional integrado de Energía Clima, que contempla 60.000 nuevos megavatios renovables para 2030", estimando "imprescindible que contemos con autopistas eléctricas de gran potencia que vertebren nuestra región y permitan los desarrollos que todos esperamos."

El presidente de CLANER ratifica el momento de "pujanza que vive actualmente la asociación de las renovables andaluzas que, tras superar con fortaleza años de obstaculización a raíz de vaivenes normativos, nos encontramos en una nueva era [...] en el centro de la transición energética emprendida de forma ambiciosa por los distintos gobiernos."

Ciértamente la ambición ha caracterizado las políticas de los diferentes gobiernos, impulsando iniciativas negacionistas y retroactivas que han socavado la seguridad jurídica y creando las incertidumbres que ahora se pretenden ya alejadas.

Borrón y cuenta nueva, indulto para la más recalcitrante industria eléctrica fósil y nuclear que ha paralizado por años el sector renovable, donde no sólo Andalucía sino toda España fue líder mundial.

Ahora prietas las nutridas filas con arribados por las puertas giratorias, desde los altos púlpitos se recomienda continuar incidiendo en políticas obsoletas contrarias a la generación distribuída, a las redes inteligentes que desde niveles locales son capaces de garantizar la seguridad de suministro para evitar el despilfarro y desestructuración que suponen los faraónicas macrolíneas.

La ofensiva de deslocalización, permitirá desviar los recursos públicos para dotar mastodónticas estructuras que faciliten , por ejemplo, la introducción de energía nuclear low cost desde Francia, a la vez que blanquear sus emisiones con certificados de emisiones expedidos por la Europa de velocidad lenta (eufemismo de Segundo Mundo o PIGS) pero rica en energías renovables como la solar.

El significado y necesidades para la tan cacareada transición energética resulta paradójico que sean dirigid@s e interpretad@s por los tradicionales actores, más preocupados de mantener sus posiciones de dominio y dividendos que de la independencia energética como derecho para garantizar el acceso universal y democrático a la energía.