El Ministerio de la Transigencia Energética perdonará a las eléctricas el Impuesto de generación.

El tributo instaurado por el denostado ministro Soria mantendrá su ingenua actitud hacia las eléctricas, que lo recargaron entonces, o detraerán discrecionalmente ahora, en sus facturas a los consumidores.

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La reventa de la moto viene escenificada por la rebaja de impuestos al oligopolio eléctrico, que con tanta generosidad viene actuando como recaudador del Estado,  esperando de su superior criterio que tenga a bien descontarlo en nuestras facturas para así disminuir la presión que en una sucesión ininterrumpida de vueltas de tuerca atenaza al consumidor cautivo.

De la misma forma que se trasladó al respetable la carga del mencionado Impuesto a la Generación Eléctrica , presuntamente ideado para gravar a las lucradas compañías eléctricas que de paso disfrutaron temporalmente de fondos ajenos nunca ociosos, no resulta disparatado pensar que en este caso tampoco llegará el beneficio a l@s usuari@s que, tal como está planteado, habrán de limitarse a rechupetear la previamente engullida cucharada.

Y no es novedoso el papel irrogado a las distribuidoras eléctricas del antiguo "Último Recurso", ahora eufemísticamente denominadas "para el PVPC (Precio Voluntario para el pequeño consumidor)", que gestionan las ayudas públicas tramitando el Bono Social, en una deriva privatizadora de las funciones gestoras del Estado que hace parecer normal que sean las empresas de capital privado quienes conozcan sobre las circunstancias personales de los ciudadanos, interviniendo activamente en la asignación de ayudas que éstas mismas deben financiar.

Precisamente en manos de actores de los que más denuncias acumulan por infracciones de los derechos de los consumidores, pusilánimamente sancionados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, con irrisorias multas impuestas para cubrir el expediente, testimoniales y nada disuasorias propinas de ínfimas cuantías en relación a los beneficios obtenidos.

Ilusionismo decepcionante la decisión de poner al lobo a cuidar del rebaño, con derecho de pernada para alimentar el vaivén de las puertas giratorias. Buena jugada, que a la vez, generará agradecimiento entre los mendigos energéticos, cuales víctimas del síndrome de Estocolmo.

Más directo, controlable y efectivo para este fin resultaría la supresión del incuestionado Impuesto sobre la Electricidad, que grava con un 5,11269632% la base imponible de la factura y de forma excepcional pasa a su vez a incrementar la propia base imponible que servirá para aplicar sucesiva y alevosamente el 21% de IVA.