Sin el desarrollo de la generacion fotovoltaica no sería posible la transición energética.
No habrá una transición energética justa si no se reconoce la labor realizada por las 60.000 familias fotovoltaicas españolas que atendieron el llamamiento del Estado para madurar esta tecnología.
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En el Día Mundial del Medio Ambiente, Anpier, la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica, quiere recordar que sin el desarrollo de la tecnología fotovoltaica no sería posible combatir los efectos del cambio climático y que nunca se podrá hablar de transición energética justa si no se reconoce la labor realizada por las 60.000 familias fotovoltaicas españolas que atendieron el llamamiento del Estado para madurar esta fuente de generación limpia e inagotable.
La generación fotovoltaica se ha convertido en la gran respuesta de la humanidad al reto más importante que ha tenido que afrontar desde que los primeros homo sapiens poblaran el planeta: evitar que nuestra gran casa común, la Tierra, dejara de ser habitable para la mayoría de las especies que la pueblan, por causa de las actividades energéticas que el ser humano ha desarrollado durante sus doscientos últimos años de historia, una insignificancia temporal que ha ocasionado un daño ya irreversible, que será letal si no reaccionamos a tiempo.
En menos de una década, la generación fotovoltaica es capaz de producir energía eléctrica a 30 € el MWh, reduciendo en un 85%. Un verdadero milagro que nunca hubiera sido posible sin el esfuerzo inversor que se realizó a inicios de esta centuria en los países desarrollados y, muy singularmente, en España, que se convirtió en el gran referente de este vital desarrollo tecnológico.
El Estado, en no pocas ocasiones, ha sabido suplir las deficiencias del mercado, siendo un ejemplo significativo las tarifas reguladas que se otorgaron a las primeras instalaciones renovables, sin las cuales hubiera sido imposible tener ahora la oportunidad de implantar el nuevo modelo energético, que nos permitirá mantener nuestro progreso y nuestro bienestar. Sin el impulso que los Estados dieron a las renovables, ahora solo habría una opción para evitar los escenarios más devastadores del cambio climático: paralizar el crecimiento e iniciar sendas regresivas que nos devolverían a situaciones preindustriales.
El camino de la transición ecológica ya se ha iniciado en el mundo y, aunque con retraso, también en España, empezamos a disfrutar de una energía que cada día será más y más barata y que nos está permitiendo abordar la descarbonización de la economía sin merma en la competitividad, más bien, al contrario, en el caso de España con una importante ventaja competitiva con respecto al resto de Estados de la Unión Europea.
A juicio del Presidente de Anpier, Miguel Ángel Martínez-Aroca: “No habrá transición justa si no se reconoce la labor y el esfuerzo de las 60.000 familias españolas que destinaron todos sus ahorros e hipotecaron sus bienes para el desarrollo y la generación de energía solar fotovoltaica, atendiendo un llamamiento del Estado, que les presentó esta misión como segura, rentable y ética. Un sector que ha soportado de manera estoica un carrusel inacabable de recortes retroactivos que han mermado sus ingresos hasta en un 50% de la tarifa que el Estado ofreció y motivó estos desarrollos”. Como tampoco podremos hablar de transición justa, abundó Martínez-Aroca “si la propiedad de las instalaciones queda en manos de un reducido grupo de empresas y no se socializa, los ciudadanos tenemos el derecho a producir energía a través de cualquier fuente de generación y, singularmente, a través de la tecnología fotovoltaica, la más modular y accesible”.
Los españoles debemos tener acceso a la posibilidad de reducir nuestros gastos en hogares y empresas a través del autoconsumo y, también, a producir energía para el suministro a través de la red general y obtener así complementos de renta, que sirvan para alimentar las economías locales y evitar los males que ocasionará el abandono de los entornos rurales, con correspondiente impacto medioambiental.