Porque 400 ha de placas directamente sobre tierra fértil sí tienen impacto ambiental, y grande, al cubrir la mayor parte de esa enorme superficie con plásticos, metales y hormigón.
La energía solar indudablemente es la fuente primaria más natural, más limpia y más repartida de todas. Además origina la energía eólica, la hidráulica, la biomasa e incluso los combustibles fósiles, que se han formado a partir de los restos de vegetales y plancton por fermentación anaerobia durante millones de años. También es el motor energético de nuestra agricultura, ganadería y pesca. Y por supuesto, prácticamente todos los seres vivos de la Tierra existimos gracias a ella, que mantiene la superficie del planeta a la temperatura adecuada para la vida y nos suministra la energía que necesitamos.
Por eso, los ecologistas y mucha gente estamos recomendando desde hace décadas el aprovechamiento de la ES mediante la construcción bioclimática, captadores pasivos, la luz natural, el secado de la ropa al Sol, los módulos termosolares, placas fotovoltaicas, etc. etc. Porque la ES es ideal en nuestras latitudes y nos sobra para autoabastecernos, pues recibimos más de 1.500 kwh/m2·año.
Además, durante la década precedente los precios de fabricación de las placas fotovoltaicas sa han abaratado un 90%, de forma que hoy es ya la más económica de todas las fuentes da energía y tiene un crecimiento exponencial. Esto, y la abolición del nefasto y saboteador Decreto del Impuesto al Sol, han permitido que en España se instalen millones de placas los últimos años y que nos acerquemos al nivel de Alemania, a quien quizás podríamos sobrepasar. De hecho, el incremento anual de los MW de autoconsumo fotovoltaico instalados durante los últimos cuatro años ha sido exponencial, 122%, 93%, 94% y 30%, frenado sólo un poco por la pandemia.
Un ejemplo concreto, nuestro portavoz tiene en la terraza un módulo termosolar de calentar agua, que funciona desde hace ya 8 años y está más que amortizado, además de 4 m2 de placas fotovoltaicas, que suministran aproximadamente la mitad de la electricidad que consume y que en 5 años se amortizarán, suministrando después electricidad gratis durante sus 25 años o más de vida útil. El resultado práctico es que, teniéndolo todo eléctrico (cocina, horno, aire acondicionado, agua caliente, etc.), sin nada de gas o butano, el consumo doméstico medio durante el último año fue de 95 kWh/mes·persona, con un coste de 10 € /mes·persona...
Incluso calculamos que con unos 6 m2 de placas fotovoltaicas y 1 otro m2 termosolar por cada valenciano2 generaríamos la misma energía que la central nuclear de Cofrentes, de forma que podríamos cerrarla ya definitivamente, evitando el grave peligro que supone para todos (recordemos Fukushima, Chernóbil, Harrisburg, Windscale, Mayak) y la producción de más residuos radiactivos, que tendrán que mantenerse aislados y vigilados durante miles de años... Obviamente, complementando la ES con las otras renovables y el gas o hidrógeno durante los periodos de insolación nula o insuficiente.
Por lo tanto, estamos absolutamente convencidos que la ES es la mejor solución para los problemas energéticos y los impactos ambientales actuales. Y somos acérrimos partidarios de las instalaciones solares en nuestras terrazas y tejados, donde el impacto ambiental es cero (porque ya está construido) y los beneficios económicos son para el pueblo. Esto es lo que tienen que fomentar las instituciones públicas y lo que recomendamos nosotros: si tienes techo o terraza muy soleada, ponte placas solares, ganarás dinero y evitarás contaminación!
Pero cuando leemos en el diario que en Llombai quieren hacer una macrocentral solar fotovoltaica de 400 ha, el 40% del término, comprando los campos de cultivo a precios de saldo, 1.700 o 2.000 a la hanegada, o alquilándolos a 200 €/hanegada·año, entonces dudamos. Porque 400 ha. de placas directamente sobre tierra fértil sí tienen impacto ambiental, y grande, al cubrir la mayor parte de esa enorme superficie con plásticos, metales y hormigón, y probablemente tratando con herbicidas la tierra que queda libre para que no crezca ni la hierba; arrasando así el suelo fértil, el paisaje y los valores agroculturales.
Esto equivale a recalificar 400 ha de zona rural (no urbanizable) en zona industrial (urbanizable), además de seguir concentrando la economía y los beneficios en unas pocas manos. ¡Cómo es de maligno este sistema socioeconómico que incluso convierte la ES en perniciosa, con un impacto ambiental grave sobre la tierra y el entorno!
Nosotros no queremos rechazar el proyecto pero sí que reduzca su impacto al mínimo posible y por eso pedimos en el Ayuntamiento de Llombai que exija a la Empresa promotora de la macrocentral fotovoltaica que aplique estas medidas correctoras:
1. Dejar libre la gran mayoría del suelo, hormigonando sólo lo imprescindible para clavar en tierra los apoyos de las placas.
2. Poner las placas elevadas 2 metros sobre el suelo para que, en tierra y entre las líneas de placas, se planten hierbas aromáticas y otras autóctonas pequeñas, que no necesitan riego ni apenas mantenimiento, de forma que mantengan más del 99% del suelo vivo y cubierto de vegetación, una vegetación que podrá absorber toneladas de CO2 y ayudar a frenar la emergencia climática, el mayor problema con que nos enfrentamos actualmente.
Incluso, eligiendo bien las aromáticas, la Empresa o los campesinos arrendatarios podrían comercializarlas después, suponiendo así otra fuente de ingresos y de trabajo; no olvidemos que el paro es otro problema grave en la zona y que una vez en marcha la instalación necesitará poca mano de obra para el mantenimiento, mucha menos de la que ocuparían las 400 ha de campos que va a sustituir.
3. Prohibir que se utilice ningún tipo de producto químico (herbicida, insecticida, etc.) para el control biológico en toda la superficie de la macroplanta fotovoltaica, porque esos venenos matan las abejas y otra fauna útil, contaminan la tierra y el acuífero, y dañan posteriormente la salud de todas y todos.
Salvemos nuestra alta montaña: salvemos Trevinca, cumbre de Galicia. Únete al Manifiesto.
Cables que cruzan los cielos, postes metálicos, costras de cemento... elementos intrusivos en nuestro entorno cuya presencia ya apenas percibimos ¿o sí?
La campaña «Aquí No» está respaldada por 103 organizaciones.
