La generación distribuida devuelve al consumidor la soberanía para decidir qué energía consumir y cómo generarla.
En contra de lo proclamado en el Foro Económico Mundial de Davos, el cambio tecnológico más importante de este siglo no es la revolución digital sino las nuevas tecnologías de generación. Mientras la inteligencia artificial es otra forma de exprimir al consumidor con nuevas dependencias, la generación distribuida devuelve al consumidor la soberanía para decidir qué energía consumir y cómo generarla.
Generar la energía en el mismo centro de consumo es asegurar la calidad de vida desconectándola de su mayor consumo. La principal dialéctica energética no debe centrarse entre las distintas fuentes de generación sino entre un modelo basado en el consumo o en el ahorro. Es la condición necesaria para combatir el cambio climático y para recuperar la economía y el empleo.
La naturaleza del cambio de modelo energético es “de abajo arriba”, de lo local a lo estatal. Es la conclusión que se extrae del estudio de las directivas europeas de renovables y eficiencia energética, así como del proyecto de Unión Energética y de los criterios de aplicación de los fondos europeos hasta 2020. Lo que conduce a dos conclusiones:
La definición del cambio de modelo energético es la transición desde un modelo vertical y centralizado, donde el centro del sistema lo ocupan las grandes centrales térmicas, a un modelo descentralizado y distribuido en el que el centro lo ocupan los consumidores. El resultado es acercar la generación al consumo para reducir los costes del sistema, la dependencia energética y el precio de la energía.
El cambio de modelo energético se afirma en dos realidades:
Los instrumentos para llevar a cabo esta transformación están definidos en las directivas europeas que obligan a los gobiernos a desarrollar la generación distribuida en los edificios, a que los edificios sean de consumo de energía casi nulo con autoconsumo, a rehabilitar energéticamente todo el parque de edificios, a que los contadores contabilicen el balance neto y sean accesibles a los consumidores y que la tarifas que se apliquen a las renovables tengan en cuenta los beneficios que aportan al sistema.
Los Ayuntamientos poseen la mayor parte de las competencias en edificación y urbanismo y deben comenzar por integrar la energía dentro de sus competencias:
El cambio de hábitos y comportamientos con respecto al uso de la energía no es un problema tecnológico sino cultural. Depende de que se convierta en una prioridad de la política municipal orientada a facilitar al consumidor la libertad de elegir solamente la energía que requiera.
Ministro Joel Santos resalta el aprovechamiento de recursos como la energía solar para invertir en las comunidades y en la mejora de calidad de vida de sus habitantes.
La vicepresidenta ha adelantado que la penetración renovable en el mix eléctrico «se va a acercar al 56%» en este 2024.