Alerta sobre los riesgos en la transposición del paquete de gas e hidrógeno de la UE

Consideraciones ante la consulta pública previa del Gobierno para la trasposición de la Directiva y el Reglamento del mercado de gases renovables. Alerta sobre blending (mezcla de hidrógeno y gas fósil) y de promoción de combustibles hipocarbónicos.

La red Gas no es Solución ha alertado sobre los riesgos que supone la transposición del paquete europeo sobre gas e hidrógeno, una directiva y un reglamento que vienen a modificar el mercado de gas fósil y de los gases calificados como renovables en los diferentes Estados miembros.

La red, compuesta por numerosas organizaciones sociales, ya ha trabajado en la consulta pública previa realizada por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITERD) para la transposición de esta nueva normativa y considera que se abre una oportunidad única para marcar el camino hacia la eliminación de los combustibles fósiles, sobre todo el gas fósil. 

La transposición de la directiva y del reglamento puede servir para avanzar hacia un sistema energético mucho más limpio, sostenible, descarbonizado y socialmente justo. Por ello, desde Gas no es Solución consideran que el Gobierno debe priorizar, dentro de la legislación española, la definición de una fecha final para el uso del gas fósil en su conjunto. 

Según la modelización realizada por el Paris Agreement Compatible Scenario, para cumplir con el Acuerdo de París el gas fósil debería dejar de utilizarse antes de 2035 en Europa. Esta fecha debe servir al Estado español de referencia para conseguir eliminar la presencia de este combustible en todos los sectores de consumo. El Estado español dispone de tecnologías competitivas en coste y precio, con numerosos beneficios para los consumidores, que le permitirían cumplir con dicho tratado climático internacional.

Además, las organizaciones que componen la red Gas no es Solución reclaman que la transposición establezca medidas concretas para conseguir que en 2035 el gas fósil deje de ser un combustible presente en la economía española. Eso pasa por establecer una fecha tope –el 31 de diciembre de 2034– para todos los contratos a largo plazo de suministro de gas fósil, tanto licuado como por gasoducto. 

Es preciso, además, que se avance en una propuesta conjunta y abierta para el desmantelamiento de la red gasista de distribución, así como la planificación de la nueva red eléctrica y la conversión de los consumos de combustibles fósiles en electricidad, salvo sectores intensivos en energía que deberán consumir exclusivamente hidrógeno verde. Para que este objetivo pueda cumplirse, el Estado español debe dejar de otorgar nuevas autorizaciones para el desarrollo o la ampliación de nuevas infraestructuras gasistas fósiles (gasoductos, terminales de importación de GNL, etc.). La transposición de la normativa europea tiene que garantizar que los costes de todo el proceso de desmantelamiento de la red no recaigan sobre la tarifa de los consumidores, protegiendo especialmente a los vulnerables.

Por lo que se refiere al hidrógeno, es esencial que la nueva legislación sirva para controlar el porcentaje de blending (la mezcla de gas fósil con hidrógeno verde), lo desincentive económicamente o lo prohíba directamente, tanto en las zonas que se perfilan como hubs de hidrógeno, como en la red gasista y en las conexiones internacionales. Desde la red Gas no es Solución consideramos que España debería evitar al máximo la construcción de nuevos hidroductos transfronterizos y dejar de lado los proyectos de generación para exportación transfronteriza. La normativa que regule el mercado del hidrógeno debe potenciar y priorizar los consumos locales destinados a satisfacer la demanda energética difícil de electrificar.

Los argumentos esgrimidos no son fruto del capricho de las organizaciones, sino que se sustentan en las recomendaciones realizadas por la propia Comisión Europea al borrador del PNIEC presentado por el Estado español. En el punto 11, se pide que se aporte información más específica sobre cómo España fomentará la reducción de la demanda de gas para cumplir con los objetivos climáticos sin caer en falsas soluciones.

En este caso, recomendamos la eliminación de las referencias a los combustibles hipocarbónicos, tanto los provenientes de combustibles fósiles o de energía nuclear, ya que suponen un desvío de recursos económicos y materiales, además de un impedimento para las soluciones renovables (reducción de la demanda, eficiencia energética, electrificación directa y/o utilización de gases 100% renovables). En esta dirección, es necesario evitar el uso de la tecnología de captura de carbono para procesos de consumo de combustibles fósiles, al ser una tecnología cara, no competitiva y que fomenta la continuidad de las emisiones de GEI.