La vacuna contra la pandemia ya la teníamos. Funcionaba a la perfección. Pero nos hemos empeñado en destruirla.
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En circunstancias de restricciones a la circulación de personas y bienes impuestas para controlar la expansión de la epidemia, la fotovoltaica prové ante la carencia en abastecimiento de combustibles como medio de generación energética local.