Cientos de miles de personas se vieron afectadas por la radiación y unas 350.000 tuvieron que abandonar sus hogares en zonas muy contaminadas, lo que causó un efecto duradero y profundamente traumático en su vida. No se debe olvidar su sufrimiento.
Hoy se cumple el trigésimo quinto aniversario de uno de los accidentes nucleares más graves de la historia: el de la central nuclear de Chernóbil, ocurrido el 26 de abril de 1986.
Este aniversario es una oportunidad para reconocer los esfuerzos de recuperación dirigidos por los Gobiernos de Belarús, la Federación de Rusia y Ucrania, así como la labor de los científicos, que realizaron un cribado de las pruebas y proporcionaron así importantes análisis que han servido de base a la planificación para emergencias y la reducción de riesgos.
Desde 1986, las Naciones Unidas han contribuido a atender las necesidades de la población de las zonas circundantes a Chernóbil, primero con ayuda de emergencia y humanitaria, y después con el apoyo a la recuperación y el desarrollo social y económico, a través de los equipos de las Naciones Unidas en los países que trabajan con la sociedad civil, los asociados internacionales y los donantes.
Nuestros esfuerzos conjuntos han cosechado algunos éxitos. El número de pequeñas y medianas empresas que operan en zonas directamente afectadas por el desastre ha pasado de 2.000 en 2002 a 37.000 en la actualidad. Miles de residentes locales, líderes comunitarios y médicos han recibido formación sobre los riesgos para la salud y la promoción de estilos de vida saludables.
Gracias a la colaboración de los Gobiernos con los círculos académicos, la sociedad civil y otros agentes, en aras del bien común, se pudo contener el desastre de Chernóbil. Este ejemplo encierra importantes lecciones para los esfuerzos actuales de respuesta a la pandemia de COVID-19.
Los desastres no conocen fronteras. Pero juntos podemos trabajar para prevenirlos y ponerles freno, apoyar a todos los que lo necesitan y construir la recuperación sobre una base sólida.
Comienza a cubrirse con el 1er MW de los 100 previstos la superficie devastada por la insegura energía nuclear, con atractivos precios para instalación y altas retribuciones para la energía eléctrica solar.
Esta decisión ha contado con el informe favorable del Consejo de Seguridad Nuclear, único organismo competente en materia de seguridad nuclear y protección radiológica.
Decenas de miles de trabajadores empleados en la descontaminación, la mayoría de los cuales son subcontratistas mal pagados, han estado expuestos a riesgos de radiación injustificados debido a un programa de descontaminación limitado e ineficaz.
Cinco grandes organizaciones ecologistas defienden que lo que hace falta son trabajos estables duraderos y sostenibles en la zona y no contraponer desarrollo y empleo a la conservación de la naturaleza.