Cuba, un país dependiente de combustibles fósiles, se une a la Alianza energética, y espera que China apoye su transición en medio de problemas económicos.
Cuba ingresó el 18 de octubre a la Alianza de Energía de la Franja y la Ruta (BREP por sus siglas en Inglés). La iniciativa china busca que los países participantes fortalezcan la conectividad en infraestructura, la inversión energética y que se promueva la cooperación en energías limpias, y la eficiencia energética.
Cuba se suma ahora a Venezuela, Bolivia y Surinam como los únicos países de Latinoamérica entre el grupo de 30 miembros.
El ingreso de Cuba a la Alianza de Energía llega en un momento donde al gobierno de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel le urge renovar el sistema energético del país, debido al envejecimiento del mismo y a un descenso considerable del total de barriles de crudo diarios enviados por Venezuela.
Cuba además tiene como meta llegar a que las fuentes renovables se encarguen del 24% de la generación de electricidad nacional para el año 2030. Pero la difícil situación económica del país obstaculiza este objetivo.
El 95% de la electricidad generada en Cuba depende de los combustibles fósiles, sustentada en su mayoría por ocho centrales termoeléctricas de más de tres décadas de explotación como promedio. Asimismo, menos del 5% de la electricidad generada en 2020 provino de fuentes renovables, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Por otra parte, los largos y repetidos apagones vividos por los cubanos en el verano a causa de los fallos en su maltrecho sistema eléctrico fueron uno de los factores principales para que el pueblo saliera en una manifestación histórica en todo el país el pasado 11 de julio.
Según un estudio encabezado por el Dr. Mario A. Arrastía, especialista de Cubaenergía y portavoz de las estrategias energéticas del gobierno cubano, para abaratar el costo de la generación de electricidad y disminuir sus emisiones de gases contaminantes, el gobierno aspira a contar con más de 2000 MW provenientes de fuentes renovables (755 MW en plantas bioeléctricas, 700 MW en parques fotovoltaicos y 633 MW en parques eólicos) para el año 2030.
Producto de una economía que se contrajo en un 13% (PIB) entre enero de 2020 y septiembre de 2021 y afectada por una inflación del 60% en los precios minoristas y de 6900% en el mercado informal de divisas, el financiamiento de los proyectos es el principal obstáculo que enfrenta Cuba.
Con más de seis décadas de relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, una demostrada voluntad de asistir económicamente al país caribeño y la reciente incorporación de la isla a la Alianza de Energía de la Franja y la Ruta, China podría facilitarle el camino hacia sus metas en energías renovables.
El propio presidente Xi Jinping ha catalogado a Cuba como “buen amigo, buen camarada y buen hermano”. Y desde antes de que se crease la Alianza de Energía, China ya había invertido en proyectos de plantas bioeléctricas, parques fotovoltaicos y eólicos en Cuba. Pero estos no han estado exentos de problemas.
Según la base de datos de financiación China-América Latina, la primera de estas inversiones —60 millones de dólares prestados por el Banco Chino de Exportación e Importación— fue aprobada en mayo de 2015 para la construcción de una bioeléctrica adjunta al central azucarero “Jesús Rabí”, en la provincia de Matanzas.
El proyecto, propuesto inicialmente a Cuba por la compañía británica Havana Energy, comprendía la construcción de otras cuatro plantas iguales y presentó problemas de financiamiento tras retirarse uno de los principales inversores.
La bioeléctrica no se construyó, pero el proyecto en general siguió a flote luego de que la empresa británica aceptara en 2017 ceder participación mayoritaria a Shanghai Electronic Group a cambio de financiamiento, tecnología y mano de obra para otra planta, esta vez en el central “Ciro Redondo”, en Ciego de Ávila.
Cuatro años más tarde, esta bioeléctrica se encuentra acoplada al sistema energético nacional, pero funciona por debajo de su capacidad debido a la demora del central en comenzar la zafra e inestabilidad, roturas y altas temperaturas en zonas de la fábrica.
La otrora poderosa industria azucarera cubana se encuentra en una profunda crisis y, de 56 centrales disponibles, solo 38 participaron en la más reciente zafra, cuyo resultado fue el peor de los últimos 130 años.
El grupo empresarial AZCUBA, organismo rector de la industria azucarera en la isla, declaró al Parlamento Cubano el año pasado que la construcción de otras dos bioeléctricas pertenecientes al mismo proyecto se encuentra paralizada por falta de financiamiento. Tampoco existen a día de hoy reportes de nuevas inversiones chinas en plantas de este tipo en la isla, a pesar de que el país ofrece otras 18 como parte de su Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera 2021.
La situación del sector azucarero cubano podría determinar el futuro de las inversiones extranjeras en plantas bioeléctricas y pone en peligro los ya mencionados 755 MW que el gobierno aspira a generar a partir de estas para 2030.
Shanghai Electronic recibió otros 60 millones de dólares del Banco Chino de Exportaciones e Importaciones en 2017 para rescatar el proyecto de un parque fotovoltaico que la empresa británica Hive Energy había propuesto al gobierno cubano, a través de Mariel Solar S.A, y que también esperaba por financiamiento.
No fue hasta el año pasado que reportó sus primeros resultados, los cuales, según la web de Mariel Solar, han permitido al gobierno cubano ahorrar más de 11 millones de dólares en diésel hasta septiembre de 2021.
El propio sitio precisa que, una vez alcanzado su máximo potencial, el parque puede extender esa cifra hasta “20 millones de dólares después de pagar a la empresa por su generación solar”, cantidad que representa un tercio de la inversión china.
A pesar del éxito de este parque, se han construido solo 72 de los 210 parques fotovoltaicos planificados por la Empresa Desarrolladora de Inversiones en Fuentes Renovables de Energía (EDIFRE) y solo otros 12 se encuentran en ejecución en estos momentos.
También, un parque eólico con tecnología y mano de obra chinos ubicado al este del país espera por importaciones de piezas para ser puesto en marcha con menos capacidad de la planificada, según reportes de la prensa local.
De acuerdo con datos del gobierno cubano, de los 506 MW generados a partir de fuentes renovables que deberían tener en operación en estos momentos, solamente cuentan con 302 MW, por lo que resulta evidente la dependencia de China —dispuesta a invertir sumas importantes en la isla.
“¿Puede ser un sector donde China vea con buenos ojos invertir en Cuba? Sí, pero para el consumo interno del país”, argumentó Luis Carlos Battista, especialista en leyes de la economía y los negocios internacionales.
“Que eso repercuta en el desarrollo de otras industrias en las cuales invertir luego, es más a largo plazo y mucho más indirecto que cuando han creado refinerías, represas o hidroeléctricas en otros países de América Latina”, concluye al respecto.
Por su parte, Johannes Werner, editor principal de la web de economía y negocios Cuba Standard, señala que en Cuba las empresas chinas -como la mayoría de las empresas internacionales- "se comportan más como corporaciones” y evitan “exposiciones y riesgos irrazonables en la búsqueda de ganancias”.
Transcurrido un mes de la entrada oficial de Cuba a la Alianza de Energía, no existen reportes de futuros proyectos para cambiar la difícil situación de las energías en la isla.
Battista cree que esto se debe a “esa incapacidad de Cuba para pagar créditos” y al “poco potencial para convertirse en un socioeconómico de peso debido a las políticas económicas que actualmente tiene el país”.
“No creo que esta situación cambie con el ingreso cubano a la Alianza de Energía de la Franja y la Ruta”, agregó Werner.
Este artículo de Gabriel López Santana apareció originalmente en Diálogo Chino y se volvió a publicar bajo una licencia de Creative Commons
Ratificó el compromiso del Estado caribeño de contribuir al progreso sostenible invitando a empresas e instituciones chinas y resto de miembros a trabajar en campos como el fomento de energía verde y acceso inclusivo a los servicios energéticos.
La posibilidad de que personas naturales importen sistemas de energía renovable, sin carácter comercial, consolida la diversificación de la matriz energética en Cuba.