Lo rentable es lo responsable, y lo responsable es lo social.

Nada resulta más rentable para una Sociedad que aquello que se articula de forma responsable, lo que se ordena desde el sentido común que, en estos casos, se convierte en sentido de Estado, que necesariamente se orienta al bien común.

  • ★★★★☆ 4,80 / 5

Cuando se abandera un criterio de rentabilidad desde una Administración, debemos preguntarnos quiénes son los destinatarios reales de los retornos, porque, en no pocas ocasiones, la ganancia es solo aparente para el ciudadano, pero los beneficios sí terminan por ser siempre efectivos para determinadas entidades, normalmente con influencia en la toma político-administrativa de decisiones.

Por desgracia, a causa de unos sistemas educativos en decadencia, que ahuyentan el espíritu crítico, y unos influjos mediáticos pobres y maniqueos, los individuos somos cada día más reacios a realizar análisis de realidades complejas y asumimos como ciertos argumentos falaces, por resultarnos intuitivos y aparentemente sólidos.

La política energética desplegada por el Gobierno a la hora de diseñar las subastas de generación renovable, es el ejemplo palmario de cómo se puede persuadir a un pueblo de que la rentabilidad de unas pocas empresas beneficia a la ciudadanía, sin que esto sea cierto.

La generación eléctrica centralizada y concentrada en manos del oligopolio puede, efectivamente, parecer atractiva y rentable para el ciudadano al ahorrar algún insignificante céntimo por cada unidad de producción; sin embargo, si avanzamos en el análisis, descubriremos que si la generación se descentraliza y socializa, o se planifica su localización reactivando colectivos en estado crítico,  los destinatarios del conjunto de los beneficios serán los propios ciudadanos que, además, redistribuirán los ingresos obtenidos en las propias economías locales, generando así un círculo virtuoso rentable para el conjunto de la sociedad española, empobrecida y buscando refugio en los grandes núcleos urbanos.

La actividad productiva solo tiene sentido si va referida al bienestar de la Sociedad y no a la opulencia de unos pocos. La fotovoltaica ofrece a España la gran oportunidad de progreso económico, social y territorial al que no estamos dispuestos a renunciar.