Nuevo informe del Banco Mundial: el mundo avanza hacia objetivos de energía sostenible, pero aún lejos de la meta.
El documento alerta sobre la necesidad de acelerar considerablemente tanto la generación de energías renovables como el aumento de la eficiencia energética que, aunque están cobrando impulso, resultan manifiestamente insuficientes.
El mundo está avanzando en la dirección correcta para lograr el acceso universal a la energía sostenible de aquí a 2030, pero debe hacerlo con más rapidez, indica un nuevo informe en el que se analiza el progreso de la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SE4All, por sus siglas en inglés).
En dicho informe, titulado Progress Toward Sustainable Energy: Global Tracking Framework 2015 (Progreso hacia la energía sostenible: Marco de seguimiento mundial 2015), se observa que en el mundo aún hay 1.100 millones de personas que viven sin energía eléctrica y casi 3.000 millones que cocinan con combustibles contaminantes, como keroseno, leña, carbón vegetal y estiércol. Se sostiene asimismo que, si bien tanto la generación de energías renovables como el aumento de la eficiencia energética están cobrando impulso, deberán acelerarse considerablemente.
Este informe es el segundo de una serie que analiza el avance mundial hacia el cumplimiento de los tres objetivos de la Iniciativa Energía Sostenible para Todos a más tardar en 2030: garantizar el acceso universal a la energía, duplicar la tasa mundial de aumento de la eficiencia energética y duplicar la proporción de energías renovables en el conjunto de fuentes de energía mundial. Mientras que en la primera edición del informe, presentada en 2013, se medían los progresos alcanzados entre 1990 y 2010, la presente edición se enfoca en el período comprendido entre 2010 y 2012.
En esos dos años, la cantidad de personas que carecen de acceso a la electricidad disminuyó de 1200 millones a 1100 millones, un ritmo mucho más acelerado que el registrado entre 1990 y 2010. En total, durante el período examinado, 222 millones de personas obtuvieron acceso a la electricidad, una cifra que se ubica por encima del aumento de la población mundial, de 138 millones de personas. Estos logros se concentraron en Asia meridional y África al sur del Sahara, y principalmente en áreas urbanas. La tasa mundial de electrificación aumentó del 83% en 2010 al 85% en 2012.
Sin embargo, el progreso fue menor en el acceso a combustibles no contaminantes para cocinar, pues 2.900 millones de personas aún utilizan biomasa como leña y estiércol. La mayor parte de esta población se ubica en zonas rurales de África al sur del Sahara, Asia meridional y Asia oriental.
Como aspecto positivo, cabe mencionar que la proporción de energías renovables modernas (obtenidas de fuentes que incluyen la energía hidráulica, solar y eólica) creció rápidamente, a un 4% anual, durante el período analizado. Las energías renovables modernas representaban el 8,8% del consumo total de energía mundial en 2012. No obstante, para alcanzar el objetivo de la iniciativa SE4All a más tardar en 2030, la tasa de crecimiento anual de las energías renovables debe aproximarse al 7,5%.
El informe utiliza la intensidad energética â€â€producción económica mundial dividida por el consumo total de energíaâ€â€ como indicador de la eficiencia energética. Durante el período 2010-2012, la intensidad energética cayó más del 1,7 % anual, una proporción considerablemente mayor que la tasa anual registrada entre 1990 y 2010 pero aún más baja que la meta de la Iniciativa, que aspira a un descenso del 2,6 % anual en la intensidad energética entre 2010 y 2030.
â€Åâ€Å“Vamos avanzando en la dirección correcta hacia la eliminación de la pobreza energética", declaró Anita Marangoly George, directora superior de Prácticas Mundiales de Energía e Industrias Extractivas del Banco Mundial, â€Åâ€Å“pero todavía estamos lejos de la línea de llegada. Deberemos redoblar los esfuerzos, especialmente para movilizar inversiones mucho más cuantiosas en energías renovables y eficiencia energética. Es imprescindible conseguir financiamiento público para movilizar capitales privados a fin de alcanzar estos objetivosâ€.
Para ayudar a superar las dificultades, el informe incluye recomendaciones clave dirigidas a los encargados de formular políticas y demás partes interesadas de todo el mundo, entre ellas las siguientes:
- Triplicar el nivel actual de inversión en energía. La inversión mundial anual en energía deberá incrementarse de los aproximadamente US$400 000 millones actuales a US$1 billónâ€â€ËÅ“US$1,25 billones. De este monto, se necesitan entre US$40 000 millones y US$100 000 millones anuales para lograr el acceso universal a la energía eléctrica. El acceso universal a los combustibles modernos para cocinar, en cambio, exige sólo US$4300 millones al año.
- Adoptar métodos modernos para medir el acceso a la energía. Los indicadores tradicionales del acceso a la energía, como la presencia de una conexión eléctrica en los hogares, enmascaran grandes diferencias en la calidad de los servicios energéticos. Numerosas comunidades que se contabilizan como si tuvieran acceso a la energía en realidad reciben un suministro eléctrico muy limitado o inestable.
- Transferir conocimientos y tecnologías para una energía sostenible. Los países con menor capacidad necesitarán acceder a las tecnologías de energía limpia de vanguardia y a los conocimientos relacionados.
- Abordar los vínculos entre la energía y otros sectores del desarrollo. La energía guarda estrecha relación con otros sectores de vital importancia para el desarrollo mundial, como los del agua, la agricultura, el género y la salud. Una mejor comprensión de estos vínculos será fundamental para alcanzar los objetivos de la Iniciativa Energía Sostenible para Todos y otras metas del desarrollo. Por ejemplo, un uso más eficiente del agua a menudo reduce el consumo de electricidad, así como una menor demanda de agua disminuye la necesidad de bombeo y tratamiento; la eficiencia hídrica constituye a la vez eficiencia energética.
El marco de seguimiento mundial de la iniciativa Energía Sostenible para Todos es elaborado conjuntamente por las Prácticas Mundiales de Energía e Industrias Extractivas del Banco Mundial, su Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de Energía (ESMAP) y el Organismo Internacional de Energía, con el apoyo de otras 20 organizaciones y organismos asociados.