La Energía Renovable es Pecado.

El alambicado procedimiento que algunos han decidido impulsar para desacreditar cualquier apuesta en favor de las energías renovables comienza a adquirir un cierto tono estrambótico, aunque cada vez resulta más evidente que nada es casual y que todo parece responder a una estrategia planificada.

El primer capítulo lo escribía Red Eléctrica en tiempos de Aznar, cuando certificaba la imposibilidad material de gestionar una potencia instalada de renovables por encima del 10% del total. Tuvo que llegar el Gobierno de Zapatero, y la presidencia de Luis Atienza al frente de REE, para demostrar lo falaz de aquella afirmación.

A continuación llegó el argumento de las primas a las renovables, y de lo caras que resultan en comparación, por ejemplo, con la energía nuclear. La eterna media verdad de la energía atómica, que no encuentra a nadie dispuesto a dar explicaciones razonables respecto de la otra media, la de las milmillonarias ayudas de Estado para su puesta en marcha, de los riesgos inherentes a la propia tecnología, de los costes de la solución a los residuos o de la generosa liberalidad con que se asume su inhibición en materia de coberturas de responsabilidad civil, entre otras menudencias.

Pero lo de esta última semana apunta a que se han desatado definitivamente las hostilidades, quizás espoleadas por los magníficos resultados de generación del primer trimestre del año.

Tal parecería que las energías renovables fuesen delincuentes, cuando aparecen amplios reportajes dedicados a lo que se da en titular como “el gran fraude solar”, al informar del resultado de los seguimientos que el Ministerio de Industria hace respecto a la aplicación de la normativa, y el descubrimiento de casos en los que parece estar disfrazándose como producción renovable algunas cuotas de generación con gasóleo agrícola. Porque de su tratamiento mediático se concluye que la energía renovable es un delito en sí misma, y no que alguien pueda utilizarla como instrumento para defraudar. Vamos como si en lugar de denunciar a los especuladores inmobiliarios, los medios se dedicasen a calificar a la actividad de la construcción como un delito.

Y el rizo se riza con el siguiente titular aparecido en un diario nacional: “El dinero del aborto se reinvierte en otras actividades como las energías renovables”. Aprovechando una carga contra lo que el periódico califica de “lobby abortista de menos de 50 empresarios que maneja un lucrativo negocio”, se hace un repaso a los sectores en los que se invertirían los presumibles beneficios de dicha actividad, y que son todos, desde la enseñanza hasta el transporte marítimo, pasando por la construcción o las finanzas. Pero fíjate que curioso que el único sector que aparece en el titular son las energías renovables.

Llegados ya al punto en que la energía renovable es pecado, ¡qué diablos nos espera a continuación!