Mientras Red Eléctrica (ahora Redeia) patrocina el "II Congreso Agua, Arte y Vida" en Paredes de Nava (Palencia), un grave incidente ecológico en el País Vasco contamina el río Butroi, ensombreciendo su discurso de responsabilidad ambiental.
La empresa, en plena ejecución de la interconexión eléctrica con Francia, ha sido señalada por la plataforma vecinal como responsable de un vertido de bentonita que está causando severos impactos en este ecosistema protegido.
La ironía de la situación es notable: con un pie, Redeia se presenta como mecenas del arte y la conservación del agua, reuniendo a expertos para "analizar y debatir" su gestión en el II Congreso Agua, Arte y Vida. Con el otro, sus perforaciones subterráneas han liberado una sustancia que, aunque no es explicitamente tóxica, se deposita en el fondo del río como "plastilina", asfixiando la flora y la fauna. Los vecinos de Gatika denuncian que la bentonita, junto a lodos de la excavación, podría convertirse en un contaminante de largo plazo.
La nota de prensa de la asociación "Interkonexio Elektrikorik Ez" subraya que el incidente representa un incumplimiento de la propia autorización ambiental concedida a la empresa, que exige la recogida de residuos, la vigilancia activa y la intervención inmediata ante cualquier fuga. Los vecinos y la asociación civil exigen que se cumplan las normativas de conservación, y señalan que las autoridades de URA y la Ertzaintza fueron advertidas, pero los trabajos continuaron, intensificando el vertido.
Ante la gravedad de los hechos y la inacción percibida de la empresa y las autoridades competentes, la asociación ha sido contundente en sus demandas. La principal reivindicación es clara y directa: la paralización inmediata de los trabajos para evaluar los daños, una investigación a fondo de lo sucedido y la restauración del entorno natural a su estado original.
En Gatika, la ciudadanía, vigilante, exige que se cumpla la ley "a rajatabla", la salud del río Butroi es una prioridad que ninguna estrategia de relaciones públicas puede disimular.
El suceso de Gatika es tan solo un capítulo más en lo que los críticos consideran una serie de daños ambientales asociados al despliegue de este "macrocable". El proyecto, regado con millones de euros en subvenciones, ha topado con una fuerte oposición debido a su impacto en el entorno. A su paso, las obras han provocado el macrorroturado de bosques y han puesto en peligro a especies protegidas como el Alimoche. Ahora, el vertido de bentonita que infecta el suelo y se mezcla con las aguas de manantiales añade una nueva mancha a un historial que prioriza la infraestructura por encima del equilibrio ecológico.
Un modelo energético que no cambia de rumbo: centralización, grandes infraestructuras, electricidad a largas distancias y escaso incentivo a la generación local o comunitaria: el nuevo vasallaje de los territorios por vaciar.