El objetivo de una Unión de la Energía resiliente, centrada en una política climática ambiciosa, es ofrecer a los consumidores de la UE hogares y empresas: una energía segura, sostenible, competitiva y asequible.
La consecución de este objetivo exigirá una transformación profunda del sistema energético europeo. Aspiramos a una Unión de la Energía en la que los Estados miembros se den cuenta de que dependen unos de otros para garantizar a sus ciudadanos una energía segura, sobre la base de una solidaridad y confianza auténticas, que hable con una sola voz en asuntos de alcance mundial.
Aspiramos a un sistema energético integrado a escala continental, en el que la energía fluya libremente a través de las fronteras, sobre la base de la competencia y el mejor uso posible de los recursos, con una regulación eficaz de los mercados energéticos a nivel de la UE, en caso necesario.
Aspiramos a la Unión de la Energía en tanto que economía sostenible, hipocarbónica y respetuosa con el clima, diseñada para durar. Aspiramos a unas empresas europeas sólidas, innovadoras y competitivas que desarrollen la tecnología y los productos industriales necesarios para lograr la eficiencia energética y tecnologías hipocarbónicas en Europa y fuera de ella.
Aspiramos a una mano de obra europea con las cualificaciones necesarias para construir y gestionar el sistema energético del futuro. Aspiramos a la confianza de los inversores por medio de señales de precios que reflejen las necesidades y los objetivos políticos a largo plazo.
Y lo que es más importante, aspiramos a una Unión de la Energía centrada en los ciudadanos, en la que estos asuman la transición energética, aprovechen las nuevas tecnologías para reducir sus facturas y participen activamente en el mercado, y en la que se proteja a los consumidores vulnerables.
Para alcanzar nuestro objetivo, tenemos que dejar atrás una economía propulsada por los combustibles fósiles, en la que la energía se basa en un enfoque centralizado, guiado por la oferta, y que depende de tecnologías antiguas y modelos empresariales obsoletos.
Tenemos que empoderar a los consumidores, proporcionándoles información y posibilidades de elección, y flexibilizando tanto la demanda como la oferta. Tenemos que abandonar un sistema fragmentado, caracterizado por la falta de coordinación de las políticas nacionales, las barreras comerciales y las islas energéticas.
Actualmente, la Unión Europea cuenta con normas de energía a nivel europeo, pero, en la práctica, tiene veintiocho marcos reglamentarios nacionales. Esto no puede seguir así. Se requiere un mercado integrado de la energía para estimular la competencia, aumentar la eficiencia del mercado mediante un uso más eficaz de las instalaciones de producción de energía en toda la UE y garantizar precios asequibles para los consumidores.
El mercado minorista no funciona correctamente. Muchos consumidores domésticos tienen muy poco margen de elección respecto a los proveedores de energía y muy poco control sobre el coste de la energía. Un porcentaje absolutamente inaceptable de hogares europeos no puede pagar sus facturas de energía.
La infraestructura energética está quedando obsoleta y no se adapta al aumento de la producción a partir de energías renovables. Es necesario atraer inversiones, pero el diseño actual del mercado y las políticas nacionales no generan los incentivos adecuados ni ofrecen suficiente previsibilidad a los inversores potenciales.
Sigue habiendo islas energéticas, ya que muchos mercados no están debidamente conectados con sus vecinos. Esta situación es fuente de costes adicionales para los consumidores y genera vulnerabilidad en términos de seguridad energética.
Seguimos siendo líderes en innovación y energías renovables, pero otras regiones del mundo se están aproximando rápidamente y ya hemos perdido terreno en lo que respecta a algunas tecnologías limpias, con bajas emisiones de carbono.
El refuerzo de la inversión en empresas de alta tecnología que compitan a escala mundial mediante políticas estables generará crecimiento y empleo en Europa.
Surgirán nuevos sectores empresariales, nuevos modelos de negocio y nuevos perfiles profesionales. Esa transformación afecta profundamente al papel que desempeñan todos los agentes del sistema energético, incluidos los consumidores.
Es el momento de que Europa tome las decisiones correctas. Si continúa en la trayectoria actual, será más difícil hacer frente al reto ineludible de pasar a una economía hipocarbónica debido a los costes económicos, sociales y ambientales que supone la fragmentación de los mercados nacionales de la energía. El bajo nivel actual de los precios del petróleo y el gas, si se mantiene, debería aprovecharse como una oportunidad histórica â€â€junto con la bajada del coste de formas de energía más limpias, una política decidida de la UE en materia de clima y la aparición de nuevas tecnologíasâ€â€ para que la política energética de la UE vaya en la dirección correcta: la de una Unión de la Energía.
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) avanza en la diversificación de la matriz energética de Paraguay con la inauguración de su propia planta fotovoltaica en la sede del Viceministerio de Minas y Energía (VMME).
La iniciativa del Ministerio de Energía busca fomentar vocaciones en disciplinas técnicas y profesionales claves para la transición energética.