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La Paridad de Red Eléctrica y el Balance Neto, según Iberdrola.

14-5-12. Antonia Lecue
lunes, 14 mayo 2012.
Antonia Lecue
La Paridad de Red Eléctrica y el Balance Neto, según Iberdrola.
D.Francisco Laverón, responsable de Coordinación y Estudios de la Dirección de Regulación de Iberdrola explica en la Fundación Ciudadanía y Valores que en el Balance Neto debería darse diferente valor a la energía vertida y a la consumida.

Con la publicación de este artículo "partidista" de alguien que presta sus servicios profesionales para el oligopolio español eléctrico pretendemos  trasladar la explicación por éste de su visión de dos conceptos que están surgiendo con fuerza últimamente en el sector eléctrico español y que mantienen relación con el autoconsumo, la paridad de red y el balance neto, así como trasladar a nuestros lectores sus reflexiones sobre su posible desarrollo, al objeto de ser discutidos y rebatidos.

Antes de nada, indicar que la Redacción de www.suelosolar.com no comparte muchas de las reflexiones del Sr. Laverón que aquí exponemos, y que  el motivo de su publicación es meramente informativo para conocer cómo piensa y actúan en la sombra los enemigos del desarrollo de nuestro sector Fotovoltaico español, y mayores precursores, en cambio de éste, en el exterior de nuestras fronteras.

En primer lugar se explica qué es la generación distribuida, con sus ventajas y desventajas frente a la tradicional. Posteriormente, el concepto de paridad de red y sus diferentes tipos y se hace una reflexión sobre las implicaciones de la actual estructura de tarifas eléctricas en España. En tercer lugar, se expone qué es el balance neto y sus implicaciones para el sistema eléctrico. Finalmente, se hacen unas valoraciones a modo de resumen y conclusiones.

1. La generación distribuida

Con carácter general, el Sr. Laverón, explica que los sistemas eléctricos constan de grandes centrales de generación (carbón, gas, hidráulicas, nucleares, etc.) que vierten la energía producida a la red de transporte, pasa a las redes de distribución y llega a los consumidores. El flujo de la energía es unidireccional y las plantas de generación normalmente están alejadas de los centros de consumo.

Frente a este modelo, se está hablando últimamente con cierta fuerza de la generación distribuida, en el que las centrales de generación son de reducido tamaño, conectadas a las redes de distribución y situadas más cerca del consumo. Yendo más allá, se plantea el autoconsumo, donde los propios consumidores (hogar, empresa o ente público) instalarían pequeños generadores, microgeneradores, en sus instalaciones que producirían parte o toda la electricidad que necesitan para su propio consumo.

Diferentes tecnologías permiten generar electricidad a pequeña escala en los centros de consumo. A continuación citaremos las principales según su energía primaria:

  • Generación con hidrocarburos: motor de combustión interna o microturbinas de gas.
  • Renovables: las más utilizadas son las placas fotovoltaicas, aunque también existen pequeñas turbinas eólicas.
  • Pilas de combustible: utilizan hidrógeno como fuente de energía, aunque todavía es una tecnología en fase experimental.

El principal desarrollo de la generación distribuida ha provenido tradicionalmente de llevar suministro eléctrico a puntos alejados o de difícil acceso para la red de distribución. En estos casos, es mucho más económico instalar un pequeño generador que construir las redes de distribución que permitan suministrarse de un sistema eléctrico con grandes centrales.

Además de esta razón de tipo económico, la generación distribuida presenta otro tipo de ventajas, como la reducción de pérdidas en la red de transporte al estar conectadas estas instalaciones en puntos cercanos al consumo o que posibilita el desarrollo de instalaciones de generación a pequeños agentes, ya que su reducido tamaño no requiere de grandes inversiones. Adicionalmente, la generación distribuida renovable contribuye a cumplir objetivos de menores emisiones de CO2 y a reducir la dependencia energética exterior.

Por el contrario, la generación distribuida presenta dos desventajas principales:

  • es una generación cuyo control no está centralizado en el operador del sistema y que depende de las circunstancias de sus titulares (al ser instalaciones privadas, son sus propietarios quienes deciden utilizarlas o no), lo que complica la operación del sistema en su conjunto
  • es una generación cuyos costes son, por lo general, superiores a la producida en grandes instalaciones de generación, ya que no permite aprovecharse de economías de escala. Adicionalmente, la generación distribuida de origen renovable depende del recurso correspondiente (agua, sol, viento…), por lo que ofrece una firmeza muy reducida, necesitando algún tipo de apoyo si se quiere tener el suministro garantizado.

2. La paridad de red

Paridad de red (grid parity en inglés) es un concepto económico que suele aplicarse a la generación distribuida y, más concretamente, a la generación destinada al autoconsumo. Normalmente se dice que una tecnología ha alcanzado la paridad de red cuando el coste de su producción eléctrica es igual o inferior al coste de la energía obtenida del sistema eléctrico.

Se pueden distinguir tres tipos de paridad de red:

  • Puntos de consumo aislados: el coste de la autoproducción es igual o inferior al coste de desarrollar las redes hasta el punto de consumo más el coste del suministro posterior. Por ejemplo, es mucho más económico poner una placa fotovoltaica y una batería en una señal luminosa de circulación de una autovía que esté lejos de la red de distribución más cercana, que llevar la red de distribución hasta ese punto.
  • Coste total del suministro: el coste de autoproducción es igual o inferior al coste total del suministro. Es decir, cuando el coste de la autoproducción es inferior al coste total del suministro de un sistema centralizado, que incluiría los costes de generación, transporte y distribución y otros costes que deban ser sufragados.
  • Coste de generación: el coste de autoproducción es igual o inferior al coste de la generación del sistema eléctrico centralizado.

En los dos últimos casos, el consumidor, además de producir energía para su consumo, permanece conectado al sistema por dos razones: primero, para garantizarse el suministro eléctrico cuando su instalación de generación no esté disponible o no sea suficiente para cubrir sus necesidades y, segundo, para verter al sistema la energía producida pero que no se consuma.

En el siguiente gráfico, se puede observar las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía respecto a la paridad de red de la fotovoltaica. Sus previsiones de reducción de costes de esta tecnología y aumento del coste de la generación ordinaria indicarían que alcanzaría la paridad de red frente a los costes totales de la electricidad en 2020-2030 y frente a los costes mayoristas de generación en 2030-2050.


En cualquier caso, desde una perspectiva económica, un consumidor se planteará instalar una central de microgeneración y producir su propia energía cuando le sea más rentable que suministrarse del sistema, es decir, cuando su coste sea inferior a los costes que deje de pagar en su factura eléctrica. En el caso español, el consumidor paga a través de su factura dos conceptos principales de coste: el coste de la energía y las tarifas de acceso o peajes.

En el gráfico siguiente, se reflejan los costes a los que hace frente el consumidor doméstico en España acogido a la Tarifa de Último Recurso 2.0 por su suministro en el caso de suministrarse del sistema eléctrico o en el caso de autoconsumo, considerando que el consumidor está conectado a las redes del sistema eléctrico.

Cuando el consumidor se suministra del sistema pagaría el término fijo y variable de las tarifas de acceso más el coste de la energía, en el ejemplo, 172 €/MWh. En el caso de autoconsumo, el consumidor soportaría la parte fija de las tarifas de acceso más el coste de generación con una instalación, que para la instalación fotovoltaica del ejemplo serían 144 €/MWh. Es decir, en este caso, al consumidor le compensaría instalar una placa fotovoltaica para dejar de pagar el coste de la energía del sistema y la parte variable de la tarifa de acceso cuando su placa fotovoltaica produzca electricidad.

Pero, ¿es eficiente esta decisión desde el punto de vista de la socidad? Para ello, vamos a analizar primero cuáles son los costes que ahorra el sistema cuando el consumidor autoconsume para relacionarlos, posteriormente, con la estructura de tarifas española.
Como se ha mencionado anteriormente, el coste del suministro se compone del coste de la energía más las tarifas de acceso:

Los costes de la energía son eminentemente variables para el consumidor, en el sentido de que, si se consume energía, debe adquirirse en el mercado y si no se consume energía no hay que hacer frente a ningún coste.

Las tarifas de acceso se fijan para hacer frente a los costes regulados, que en el caso español incluye los de las redes de transporte y distribución y otros relacionadas con decisiones de distintas políticas (medioambiental para las renovables, de cohesión territorial para la compensación a la generación extrapeninsular, económica para las anualidades de los déficits de años anteriores, etc.). En cualquier caso, la práctica totalidad de estos costes son fijos, es decir, no varían con las decisiones de consumo de los consumidores. Se han de seguir pagando independientemente de que los consumidores consuman más o menos.

En definitiva, cuando un consumidor consume su energía autoproducida el sistema se ahorra el coste de la energía, pero los costes regulados han de sufragarse igualmente.

Sin embargo, la estructura de las tarifas de acceso actualmente existente en España tiene una parte fija independiente del consumo (llamada término de potencia, Tp, porque depende de la potencia contratada del consumidor), y una parte variable que sí está relacionada con el consumo (llamada término de energía Te). Es decir, en su factura, el consumidor paga por los peajes:

Peaje = Tp (€) + Tv (€ por cada kWh consumido)

Para este análisis es fundamental tener en cuenta que este término variable no recoge exclusivamente costes variables, sino que engloba gran parte de los costes fijos. En el siguiente gráfico se representa de manera visual.

Es decir, cuando un consumidor consume la generación autoproducida, se ahorra la energía más el término variable de los peajes y, sin embargo, el sistema eléctrico solo se ahorra la energía.
Pero estos costes fijos que el consumidor deja de pagar al autoconsumir no desaparecen y deberán ser recuperados por el resto de consumidores, ya que, por definición, los peajes deben ser suficientes para recuperar la totalidad de costes regulados.

En definitiva, dada la actual estructura de tarifas, cuando un consumidor autoconsume, se produce una transferencia de costes fijos al resto de consumidores que sí consumen del sistema. De manera gráfica:

Esta subvención implícita a los consumidores que autoproduzcan supone, además, un claro incentivo ineficiente. Es decir, el consumidor toma la decisión de autoproducir cuando en realidad es una alternativa más cara, lo que sucede es que parte de los costes que antes tenía que pagar se lo pagan el resto de consumidores. El efecto neto desde el punto de vista social es un aumento de los costes totales del suministro ya que los costes fijos han de pagarse igualmente y se sustituye una producción centralizada por una producción de pequeña escala hoy por hoy más cara.

Entonces, ¿cómo plantea el Sr. Laverón solucionar este problema?
La mejor opción sería cambiar la estructura de tarifas, de forma que los costes fijos del sistema se recuperaran mediante cargos fijos y los costes variables mediante cargos variables. De esta forma se estaría dando una señal eficiente a los consumidores de cuándo es realmente económico autoproducir o suministrarse del sistema. De forma gráfica:

Una segunda opción que podría servir de transición mientras no existiera una tarifa que respondiera a estos principios podría ser crear un término en los peajes que respondiera a la parte variable que el consumidor dejara de pagar mientras autoconsume y que sirviera para recuperar estos costes de forma que no recayeran en el resto de consumidores.

En definitiva, regular el autoconsumo dejando la estructura tarifaria actual, equivale a que el conjunto de consumidores “subvencione” a los autoconsumidores con una cantidad equivalente a la parte variable de los peajes que se dejen de pagar.

Desde determinados foros se ha defendido esta opción como solución “sin coste” para fomentar el desarrollo de pequeñas energías renovables. Se dice “sin coste” porque no habría una prima explícita como la actual del Régimen Especial, pero el efecto económico de aumento de costes totales del suministro es el mencionado. Además este sistema sería equivalente al sistema de Feed In Tariffs que llevó al boom fotovoltaico de 2008, con la diferencia, además, de ser un sistema de prima implícito mucho menos transparente y controlable. Esto no parece lógico cuando la regulación para la fotovoltaica ya consideraba un sistema de cupos, regulación que se adapta perfectamente a esta tecnología renovable y que ha conseguido controlar las cantidades instaladas y reducir los costes para el sistema de forma drástica.

3. El balance neto

El balance neto se plantea como un complemento regulatorio que facilite e incentive el desarrollo del autoconsumo, ya que normalmente, la generación que se produce en las instalaciones de los consumidores no está en relación a su consumo. Es decir, hay momentos en el que se consume más de lo que se produce y viceversa.

El balance neto permitiría compensar los excesos de energía producida y no consumida vertidos a la red con consumos que se realicen en otros momentos, de forma que el consumidor que produce energía para su propio consumo puede compatibilizar su curva de producción con su curva de demanda.

Este sistema puede ser especialmente interesante para las instalaciones no gestionables renovables, como la eólica y la fotovoltaica, ya que permite adecuar estas curvas sin necesidad de tener instalaciones de almacenamiento de energía eléctrica.

En el siguiente gráfico se presenta un ejemplo de un consumidor doméstico que tuviera una instalación de generación fotovoltaica. En el caso de que hubiera sol, los excesos de producción en las horas centrales del día se verterían al sistema y compensarían otros momentos del día u otros días que no fueran soleados.

A este respecto, hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales, que a su vez están relacionados.

1. La electricidad no es almacenable, por lo que el sistema eléctrico no funciona como una caja de bolas en el que en un momento se pueden depositar unas cuantas para utilizarlas posteriormente. Es decir, la energía vertida por un autoproductor implica que otro generador debe generar menos energía para suministrar al resto de la demanda. Y cuando el autoproductor compense esos vertidos en otros momentos en los que consuma, implica que otro generador debe generar esa energía que se consume pero no se genera.

2. La energía eléctrica tiene valores diferentes según cuando se consuma. Es decir, cuando se vierte energía en un momento, la energía tiene un valor determinado que se refleja en el precio del mercado. Y cuando se consume la energía tendrá otro valor. Por lo tanto, compensar vertidos en un momento con consumos de otro momento implica estar dando energía con un coste y consumirlo con otro. Esto puede ser favorable o contrario al consumidor (y lo contrario para el resto del sistema) según cuándo se produzca y cuándo se consuma.

Por tanto, permitir el balance neto sería un elemento claramente incentivador para el autoconsumo, pero para evitar subvenciones cruzadas o efectos no buscados debería, necesariamente, regularse un sistema en el que se tuviera en cuenta el valor de la energía cuando se vierte a la red y cuando se compensa en otros momentos.

3.2. Resumen y conclusiones

El autoconsumo tiene determinadas ventajas que puede hacer conveniente su desarrollo, aunque, para que éste sea eficiente, debe producirse cuando el coste de su producción sea inferior que los costes que se ahorre el sistema. Dada la naturaleza de costes del sistema, el autoconsumo será eficiente, con carácter general, cuando su producción tenga un coste inferior a la generación del sistema, ya que el resto de los costes son fijos.

Para que se tomen decisiones eficientes, los incentivos que perciba el consumidor deben ser coherentes con los costes realmente producidos o evitados, lo que actualmente no sucede con la estructura tarifaria española, donde gran parte de los costes fijos del sistema se recaudan a través del término variable de las tarifas de acceso. En caso contrario se estará incentivando una generación que ocasionará mayores costes totales para los consumidores y subvenciones cruzadas entre ellos.

Por lo tanto, para solucionar esta incoherencia, se debería cambiar la estructura de tarifas española, de forma que se recuperen los costes fijos a través de términos fijos, y los costes variables a través de términos relacionados con la energía consumida.

Mientras la estructura tarifaria no cambie, se debe crear una tarifa de respaldo para los autoconsumidores para evitar subvenciones del resto de consumidores, que verían sus costes aumentar porque deberían asumir la parte de costes fijos que se ahorran los autoconsumidores al dejar de pagar la parte variable de los peajes.

Emplear la estructura tarifaria actual para promocionar determinadas energías renovables sería una decisión errónea, ya que sería equivalente a dar una prima implícita a esta generación, cuando el sistema del Régimen Especial ya considera primas explícitas, más transparentes, o sistemas competitivos que permiten una mayor eficiencia en determinadas tecnologías.

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