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En Madrid la energía y el medio ambiente, deberían estar de moda.

13-3-17. Carlos Mateu
lunes, 13 marzo 2017.
Carlos Mateu
En Madrid la energía y el medio ambiente, deberían estar de moda.
Al igual que la Unión Europea, la Comunidad de Madrid apuesta por un desarrollo sostenible en el que el crecimiento económico sea respetuoso con el medio ambiente. Pero... ¿esto es real o no?

Desde  hace  años,  el  tema  de  la  energía está permanentemente de actualidad,  bien  sea  por  las  variaciones  en  los  precios  de  los  diferentes  recursos  energéticos,  bien por  los  impactos  ambientales  de las  distintas  fuentes,  bien  por  problemas   de   abastecimiento, bien por  cuestiones  fiscales  o  bien  por dificultades   de   cumplimiento   de   los   objetivos   marcados  por  las diferentes   disposiciones   normativas.

Además de ser un tema recurrente en los medios de comunicación, la energía está presente en cualquiera  de  las  actividades  que  realizamos  de  manera  cotidiana. 

Valgan como muestra de la magnitud que tiene  cualquier  tipo  de  energía  los siguientes  ejemplos:  la  producción  mundial  de  gas  natural  se  aproxima a 3.200.000 Mm, que equivalen  a  1.870.000  millones  de  botellas   de   butano;   dado   que   cada  botella  tiene  un  diámetro  de  unos 30  cm,  todas  las  botellas  colocadas   verticalmente   una   tras   otra permitirían  rodear  la  Tierra  por  su ecuador  unas  16,5  veces. 

O  en  el caso  de  la  electricidad,  que  si  se  planteara producir toda la electricidad  que  se  consume  a  nivel  mundial  se  necesitarían  2,2,  millones de   aerogeneradores   de   unos   3   MW de potencia instalada  y  funcionando  una  media de 2.500 h anuales.

A  la  realidad  energética de  cada  país  o  región,  expresada por su balance  energético  con  una combinación de fuentes de  energía  que  en  ocasiones  pueden  llegar  a diferir   bastante,   se   le   añaden los    objetivos dictados   por   la   Comisión  Europea,  que  cada  vez  son  más  exigentes.  De  lo  que  no cabe  duda  es  de  que  todas  las  fuentes  de  energía  primaria  están  y  estarán  presentes  y  que proponer  un  modelo basado solamente en algunas es poco menos que ilusorio.

Para   efectuar   un   análisis   de   la situación    o  para  evaluar  la  evolución  de  una  región  o  de  un  país, cobra  especial  relevancia  un  indicador  como  es  la  intensidad  energética, que es la relación existente entre  el  consumo  de  energía  y  un parámetro de actividad económica como es el Producto Interior Bruto, es  decir  con  una  unidad  de  medida de “tep/M €” referido a un año.

En el contexto de la Unión Europea es  de  sobra  conocido  que  se  está  trabajando  con  intensidad,  tanto  desde  las  administraciones  como  desde  la  iniciativa  privada,  para  conseguir  crear  un  marco  propicio  para el fomento de la diversificación energética y, en particular, por el  impulso  de  las  tecnologías  eficientes,  como  la  cogeneración,  en  el balance energético comunitario.  

Es  de  sobra  conocido  que  Europa  tiene  una  gran  dependencia  para  su  abastecimiento  energético  del exterior,  problema  que  se  acentúa  en  nuestro  país  y,  más  aún,  en  la Comunidad  de  Madrid,  en  la  que  más del 97 % de la energía primaria proviene del exterior.  

De  este  modo,  hay  que  remarcar  que  el  concepto  de  la  sostenibilidad  que  rige  la  política  europea  tiene   en   cuenta   también   como parámetro a considerar la racionalidad  económica  de  las  actuaciones que se acometan.  

En  este  sentido,  la  sostenibilidad medio  ambiental  debe  estar  basada   en   soluciones   cuya   relación coste–beneficio  sea  asumible  por  los  hogares  y  empresas que  son finalmente quienes soportan el impacto  económico  de  la  política  energética.

La  Comunidad  de  Madrid  comparte   plenamente   el   interés   de   la  Unión   Europea   por   fomentar   la cogeneración,  como  no  podría  ser  de otra manera, en una región con una  fuerte  dependencia  energética del exterior.  

Es   significativo   que   de   toda   la energía  eléctrica  generada  en  la Comunidad  de  Madrid  en  el  año 2014,  cerca  del  40  %   lo  aportó  la cogeneración, lo que ratifica quen no  se  trata  de  una  alternativa  de futuro  sino  de  una  tecnología  del  presente que podría tener un gran futuro.  

Sin  embargo,  los  datos  también  señalan  que  el  crecimiento  de  la  cogeneración en la región se encuentra estancado  desde  el  año  2010, tanto en número de instalaciones como en potencia instalada.
 
Curiosamente  este  estancamiento  se solapa con la publicación, hace ya casi cuatro años, de la Directiva relativa  a  la  Eficiencia  Energética.  

En  la  directiva  se  señalaba  que  la  cogeneración  tiene  un  importante  potencial   de   ahorro   de   energía primaria que está poco explotado y se   instaba   a   que   los   Estados  Miembros   establecieran   un   en torno estable para que los inversores  contemplaran  la  cogeneración  como una opción.

Sin  embargo,  el  marco  regulatorio  de  nuestro  país  no  se  adaptado para salvar las trabas que encuentra  la   extensión   del   empleo   de  técnicas   de   cogeneración   en   la   generación  de  energía  eléctrica  y  en  el  aprovechamiento  del  calor  útil    residual.    El    Real    Decreto 56/2016,  que  debería  haber  acometido esa tarea, se limitó a repetir las generalidades que recogía la Directiva   relativa   a   la   Eficiencia   Energética,  sin  dar  concreción  a  las   medidas   que   tendrían   que  fomentar su utilización,  pese a los tres  años  de  que  se  dispuso  para  hacer   un   análisis   específico   del sector  en  España  para  definir  una  política  coherente  y  sostenible  a  medio plazo.  

Tal y como remarcó en una reciente visita a Madrid el Director General  de  la  Energía  de  la  Comisión Europea,    D.    Niels    Ladefoged, “ reducir   la   transposición   de   la   directiva  de  eficiencia  a  una meratraducción  del  texto  disminuye  su  eficacia  tanto  por  no  adaptar  los requisitos  a  las  singularidades de  cada estado miembro como por no abordar  el  necesario  análisis  de  racionalidad    económica    de    las cedidas  en  base  a  las  condiciones de contorno locales.”

Por  tanto,  esa  transposición  estimamos  que  no  tendrá  el  efecto  incentivador   de   la   cogeneración esperado,   en   tanto   que   no   se  adapte   la   estructura   retributiva para  no  comprometer  la  viabilidad de la  cogeneración,  con  un  marco jurídico  estable  para  los  promotores.

Así,  se  ha  llegado  a  una  situación  paradójica  pues,  por  un  lado,  en  cumplimiento de la Directiva relativa a la Eficiencia Energética se ha analizado  el  potencial  de  aprovechamiento de la demanda de calor útil  a nivel  nacional  con  el  objeto  de  promover  nuevas  instalaciones  de cogeneración y, por otro lado, la situación  regulatoria  actual  adolece de un marco económico que no sólo  hace  inviable  la  instalación  y explotación  de  nuevas  soluciones basadas  en  la  cogeneración  sino  que  incluso  compromete  la viabilidad de  las  existentes.  Se  llega,  de  este  modo, a que  el  potencial técnico no será   económicamente rentable en   el   marco   retributivo  actual.

Se considera por muchos expertos que es sumamente urgente que, a corto  plazo,  se  revisen  las  reglas técnico-económicas que deberán  seguir en el futuro próximo las instalaciones  de cogeneración para que se asegure una rentabilidad razonable que, además de mejorar la eficiencia energética en la  generación  eléctrica del  país,  pueda  ser  empleada  por  el  sector industrial o por  el sector servicios para mejorar su competitividad.  

Con las reglas  actuales  no  sólo  es  poco  probable  que  se  acometan  nuevas  inversiones,  sino  que  posiblemente se seguirá reduciendo la potencia  instalada  por  la  falta  de  incentivo a  la  inversión.  Más  aún, la inadecuada adaptación a los costes de operación es posible que provoque  incluso  la  reducción de la energía   generada   por   las  instalaciones  que  no  hayan  sido  desmanteladas.

Esta   situación   es   especialmente delicada   en   el   sector   industrial, que  como  es  sabido  es  sumamente  vulnerable  al  incremento  de  la  competencia  derivado  de  la  globalización.  No  es  necesario  recordar que  la  reciente  crisis  económica  ha  tenido  mayor  impacto  negativo  en  la  economía  y  empleo  de  los países  en  que,  como  España,  la  industria    representa    un    menor   porcentaje en su PIB.  

Por  último,  cabe  indicar  que  en  una región como Madrid, en la que los   edificios   del   sector   servicios consumen casi un 15 % de la energía final, la regulación técnico económica del régimen de autoconsumo  ha provocado que tampoco  se alcance  una  rentabilidad  razonable  en  la  mayoría  de  soluciones  basadas   en  equipos   de   mini o microcogeneración. 

Alemania  instala  anualmente  unos  4.000  equipos de microcogeneración y Japón lo hace a un ritmo de unos50.000 equipos  al  año.  No  siendo  países que  se  caractericen  por  improductivos  o  ineficientes,  algo no debemos estar haciendo muy bien.

Las  Directivas  relativas  a  la  eficiencia  energética, a  la  eficiencia  energética   de   los   edificios,   y   la relativa   al   fomento del uso de energía   procedente de fuentes  renovables, han   señalado a la  demanda  de calor  como  uno  de  los  pilares  sobre  los  que  dirigir  las  acciones  encaminadas  a  la  reducción   de   la demanda   energética.   

Las tres, además, señalan directamente  a  la  cogeneración  en  general,  y  a  la  microcogeneración en particular, para el sector de la edificación,  como  un  instrumento ya  disponible  a  día  de  hoy  para potenciar la eficiencia en el consumo de energía.

Complementariamente,  no  se  debe pasar por alto que la cogeneración es una importante herramienta   al   servicio del  segundo   gran  objetivo  de  la  política  energética de  la  Unión  Europea,  la  seguridad  del suministro energético.  

La generación distribuida es la evolución lógica del modelo de producción energético para permitir la   participación de todo el muestrario   de   nuevas   energías,  renovables   y   de   alta   eficiencia,   
que se están implantando. 

El   cambio   hacia   la   producción descentralizada  de  energía  entraña  numerosas  ventajas,  tales  como la utilización de fuentes locales de  energía,  una  mayor  seguridad  del   suministro   local   de   energía, trayectos de transporte más cortos y  menores  pérdidas  en  la  transmisión  de  la  energía.  Dicha  descentralización fomenta    también    el    desarrollo  y  la  cohesión  de  la  comunidad,   al   facilitar   fuentes   de   ingresos  y crear  empleo  de  alta  cualificación a escala local.  

Además,  requerirá  una  importante  labor de investigación, desarrollo e innovación  en  nuevas  tecnologías y  la  explotación  de  las  posibilidades  de  mejorar  de  la  competitividad  que  ofrece  la  implantación  de  la  sociedad  de  la  información  en  las redes de suministro energético.

En  este  camino  hacia  la  generación   distribuida   las   plantas   de  cogeneración  y  microcogeneración desempeñarán     un     importante   papel,  puesto  que  ofrecen  la  fiabilidad  y  disponibilidad  de  que,  en ocasiones,  carecen  las  fuentes  de  energía   renovables,   con   lo   que proporcionan  el  respaldo  necesario a aquéllas reduciendo en parte las  ineficiencias  de  los  métodos  convencionales  de  generación  de energía.   

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